La transparencia se demuestra andando

El acceso de la ciudadanía a la información pública se complica si la transparencia no se vuelve activa. Responder pedidos de información, una cuenta pendiente

ste es uno de esos curiosos casos en que el tema de un informe, como el del Primer plano de hoy, nos atañe en particular, más allá de las consecuencias que tiene para todos los ciudadanos.

El acceso a la información pública es un derecho establecido en numerosas normas, y decisivo para el desarrollo de una sociedad y para el avance de las democracias. Es, también, la materia prima de nuestra tarea como periodistas, y como integrantes de un medio.

En esta edición, reflejamos la escasa respuesta de las autoridades a los pedidos de información que organizaciones de la sociedad civil presentaron a distintos niveles del Estado.

Estas entidades buscan esclarecer la forma en la que se deciden las políticas públicas, transparentar esas decisiones y controlar, por ejemplo, cómo se utilizan los fondos públicos. Una práctica vital para la participación ciudadana y la gobernabilidad, y contra la corrupción.

Como se puede observar, la respuesta dista de ser la óptima. Es enorme la deuda de los gobiernos en este sentido. No parece primar la idea de que la publicidad de los actos oficiales es un deber y una obligación, y no una concesión magnánima que depende de determinados caprichos o intereses. Tampoco echa raíces todavía la idea de que, aun cuando no haya mala voluntad, se deben desarrollar los mecanismos para que la información esté, y para que se difunda en plazos cortos (15 días, según la ley nacional).

Los obstáculos se replican muchas veces en el trabajo periodístico, imposible de realizar si la transparencia no se vuelve activa. Eso es lo que reclamará hoy la Red Contra la Corrupción, que se reúne en Córdoba para debatir los desafíos del acceso a la información pública en todo el país.

Tal como señala Fundeps, en el caso de la provincia de Córdoba existe una ley de 1999 que fue importante para ese tiempo, pero que hoy necesita precisiones y definiciones más amplias que las que contempla.

Sin eso, los discursos se quedan en palabras y se vuelve difícil hallar rastros de principios como publicidad, transparencia, premura y máxima divulgación.

Fuente: La Voz

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Lucía Panero